¿QUIÉNES ERAN LOS ESCRIBAS?
El término
«escriba» no es del todo claro y parece referirse, inicialmente, a una labor
relacionada fundamentalmente con la capacidad para leer y poder poner por
escrito. Dado el grado de analfabetismo de la sociedad antigua no es de
extrañar que constituyeran un grupo específico aunque no puede decirse que
tuvieran una visión tan estrictamente delimitada como la de los fariseos o los
saduceos.
Su
estratificación debió ser muy variada, yendo desde puestos del alto
funcionariado a simples escribas de aldeas que, quizá, se limitaban a desarrollar
tareas sencillas como las de consignar contratos por escrito.
Hubo escribas,
seguramente, en la mayoría de los distintos grupos religiosos judíos. Los
intérpretes de la Ley que había entre los fariseos, probablemente fueron
escribas; los esenios contaron con escribas, y lo mismo podríamos decir en
relación al servicio del Templo o de la corte. Esto obliga a pensar que
debieron distar de mantener un punto de vista uniforme.
En las fuentes
judías, los escribas aparecen relacionados por regla general con la Torah, y
resulta lógico que así sea por cuanto ellos eran los encargados de escribir,
preservar y transmitir el depósito escrito de la fe judía. Esdras, que vivió en
el s. IV a. de C. y que tuvo un papel de enorme relevancia en la recuperación
espiritual de Israel tras el destierro en Babilonia, aparece descrito en el
libro que lleva su nombre precisamente como escriba (Esdras 7, 6). Con todo, la
literatura rabínica dista mucho de presentarnos una imagen homogénea de ellos.
En ocasiones resultan copistas y en otras aparecen como expertos en cuestiones
legales.
Esta misma
sensación de que eran un grupo diverso que se extendía por buen número de las
capas sociales es la que se desprende de los escritos del historiador judío del
s. I d. de C, Flavio Josefo. Este autor nos habla tanto de un cuerpo de
escribas del Templo que, prácticamente, equivalía a un funcionariado (Ant, 11,5,
1; 12, 3, 3) como de algún escriba que pertenecía a la clase alta (Guerra 5,
13, 1).
El retrato
contenido en los Evangelios armoniza con los datos incluidos en estas fuentes
por cuanto refleja la misma diversidad. En algún caso, los escribas están ligados
al servicio del Templo (como nos informa
Josefo), en
otros aparecen como intérpretes de la Ley (como en las fuentes rabínicas), e
incluso, aunque en general parecen haberse opuesto a Jesús, conocemos por lo
menos un caso en que un escriba coincidió con él en lo relativo a cuáles eran
los mandamientos más importantes (Marcos 12, 28–34)
César Vidal Manzanares
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